Con el cambio de siglo, un nuevo estilo en la arquitectura y el diseño, contrapuesto al academicismo imperante aunque nunca llegó a imponerse a él, se difundió por Europa, recibiendo diferentes denominaciones: Art Nouveau en Francia y Bélgica, Jugendstil en Alemania, Sezession en Austria, Estilo Liberty en Italia, Modernismo en España, etc.
El Art Nouveau rompe los esquemas académicos e impone el uso del hierro en la arquitectura. Hasta entonces, el hierro era un material asociado a las construcciones de los ingenieros que triunfaron en la exposición Universar de París de 1889 con la Torre Eiffel y la galería de las Máquinas. El Art Nouveau curva y entrelaza el hierro, en delgadas cintas, que forman toda clase de formas y figuraciones y lo pone en los salones de las casas y en las fachadas de los edificios como la Maison du Peuple de Bruselas.
En España destacó el desarrollo de un activo núcleo en Barcelona, del que surgió la genial figura de Antoni Gaudí, que evolucionó hacia unas propuestas personales de difícil clasificación; y un proyecto urbanístico muy ambicioso en Madrid: la Cuidad Lineal de Arturo Soria.
La historia de la arquitectura moderna registra la transición de algunos arquitectos representativos del Art Nouveau, como Henry van de Velde, o de la seccession vienesa, como Josef Hoffman, hacia posiciones próximas a las del arquitecto austriaco Adolf Loos, en lo que puede considerarse el inicio de una nueva etapa más rupturistamente moderna.
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